Bueno, ahora las explicaciones:
Ayer fue mi pueblo a concursar al "Grand Prix". Sí, ese programa que antes se emitía en TVE1 y lo presentaba Ramón García y ahora es en las autonómicas y lo presenta Bertín Osborne.
Os voy a explicar qué pasó ayer y entenderéis el título.
2 autobuses: 1 para los participantes a las 10 de la mañana (en ese iba yo), y otro a las 13h para el público. Tras una hora de viaje (cosa que no les pasó a los de El Campello), llegamos allí, nos tienen una hora mareándonos sin decirnos nada, y luego aparecen 3 simpáticas azafatas que nos explican todo (5 minutos excasos de explicación). Los participantes de las pruebas físicas se van a vestir (unos 15 minutos), y el resto del tiempo sin hacer nada (a mí me dio tiempo a dormirme en el frío suelo, no digo más).
Nos dan de comer (bueno, no era la ostia, pero al menos no era un cutre bocata).
Al rato aparece el público. No nos cuentan nada... La gente más despistada que un gato en una fábrica de sifones. Lo típico, te pones a hacer fotos. Para eso sí, aparece una señorita que se pone muy exaltada exigiéndonos que no hagamos más fotos.

Yo creo que hicimos la prueba bien, pero...
Tras hacer la prueba, nos encienden la tele para ver cómo va el programa. Nos explican que no entraremos hasta la tercera prueba (para que no nos chivemos).
En la sala, el aire acondicionado apenas funciona y hace un poco de calor. Nos hacemos medio-amiguetes de los concursantes del otro pueblo (El Campello, un pueblo de Alicante).
Vamos viendo cómo hacen las pruebas, todos muy correctos, alegrándonos con nuestras victorias, pero sin menospreciar al contrario.
Llega el momento y nos sacan a plató. Entonces lo noté: el chorro de calor del mismo p#t* infierno que salía del plató.
Nos juntan, sale la prueba, y descubrimos el primer tongo del programa. Paco Morales (el artista padrino), un tío que se dedica a presentar programas de música y karaoke, no sabe distinguir las canciones que cantamos. Sospechoso. Y nuestro alcalde, un poco patán.
El calor es sofocante, insoportable, y sólo llevamos unas horas.
Para colmo, empezamos a notar ciertas irregularidades en la forma de puntuar y calificar las pruebas. Entre el calor, que no te dejan salir a mear, y el tongo, el ambiente se caldea cosa fina.
Aún así, vamos sacando las pruebas adelante (algunas con más acierto, otras con menos), y es por eso que el ánimo no decae.
Nos reconciliamos con el padrino tras hacernos ganar una prueba. Menos mal, porque creemos que era tonto de capirote. No es mal tío, y seguramente le obligaron a hacer lo del karaoke (que, de verdad, nos sentó fatal) y hasta le coreamos.
Descanso, algo forzado, con bocatas para todos y un refresco. Muy poco tiempo, que hay prisas. Menos mal que en la calle ya no hace tanto calor. Yo me empapo la cabeza debajo del grifo para aguantar la presión y el calor (me sirvió como para 10 minutos dentro del plató).
Calor, más calor, y mucho calor. Da igual que enchufaran unos extractores que hacían un ruido del demonio, allí, por más botellas de agua que traían (que cada caja de 30 botellas duraba 30 segundos), el calor se hacía asfixiante. Para colmo, los pocos abanicos que se había traído la gente, no podían salir en pantalla, y durante los rodajes a pasar calor, y a aplaudir cada vez que ellos querían (tuviésemos ganas o no).
Llega la prueba de los bolos y el tongo se hace tan evidente, que apenas dejan seguir el rodaje la gente más mayor de mi pueblo. Los jóvenes volteamos los ojos y pensamos "vaya m13rd4", pero preferimos eso a increpar a nuestra azafata.
En la última prueba arrasamos y nos alzamos con la victoria. Se desata la euforia. Gritamos como cabronías y les cuesta volver a calmarnos.
Después de cerrar el programa, seguimos con el resquemor del tongo de los bolos, y nos vamos a casa cantando y riendo (y de vez en cuando increpando a los organizadores por el incidente).
El alcalde abrió la piscina por la noche para nosotros para celebrar la victoria.
